enero 11, 2009

Morbo


Dime cual es tu fantasía. ¿Qué te gusta? ¿Te gusta que te tomen por el cuello con pasión y que te murmuren palabras sucias al oído? ¿Qué recorran tu cuerpo con la lengua? ¿Qué te pregunten de una forma impúdica donde te gusta que te besen? Dime, ¿qué te gusta? Sé que te gusta sentir las miradas como te queman la piel en la oscuridad.

Dime cuales son tus sueños húmedos. Esos que alimentan el morbo escondido en lo más recóndito de tus pensamientos. ¿Te gusta que te toquen en los labios hasta sangrar por el calor? ¿Qué el sudor de los cuerpos se vuelva un océano? ¿Sentir que mis manos se funden con tu carne? ¿Sentir aquella sensación placentera que te hace sonrojar? Sé que te gusta pensar que vale la pena morir por éste encuentro carnal.

Dime que te enloquece cuando duermes. ¿Te gusta sentir que desfalleces y te tornas un orgasmo vivo? ¿Escuchar la excitación de éste momento erótico envolviendo la habitación por completo? ¿Oler el ardor del éxtasis que provoca el rozamiento de tu carne con mi carne? ¿Qué te gusta? Sé que te gusta deleitarlo hasta quedar completamente exhausta y sin aliento.

¿Dónde te gusta que te besen? ¿Cómo te gusta que te besen? ¿Por qué? ¿Te gusta ese misterio que provoca lo oscuro de esta relación? ¿Te gusta la pasión sin restricción? Sí, yo sé que te gusta. Te gusta sucumbir al placer de la carne, a las tentaciones prohibidas. Sé que te gusta cuando el placer se vuelve necesidad y la necesidad se vuelve placer. ¿Qué quieres que te haga?

Me pides que pares. Estas temblando y aun no te toco. Sí. Dime que te gusta lo que digo. Tengo razón, sabes que la tengo. Tu estremecimiento me lo dice. La mirada lujuriosa en tus ojos me lo dice. Te gusta. No puedes negar. Las palabras sucias, las miradas perversas, las caricias inescrupulosas. Sí, te gusta. Ya no puedes parar. No deseas parar. Admítelo. Sabes perfectamente que no deberías; que está mal. Pero, ¿cómo puede estar mal si se siente tan bien?

Silencio. Calla. Creo que alguien viene. No hagas ningún ruido extraño. Escúchame muy bien: con disimulo, sal de la capilla y saluda a quien venga, pero hazlo con extrema serenidad... No queremos alertar a nadie, ¿verdad? Sal y saluda, que mientras tanto, yo me iré poniendo nuevamente la sotana.



Allis S. Tapia Díaz.



Foto (Yogurt) Pino Settanni

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